No lo he calculado, pero mi tiempo destinado a internet en gran parte se lo he restado al que destinaba a leer libros y publicaciones en papel. Tampoco he calculado lo que me ha aportado mi tiempo en la red, ni lo que me ha restado el disfrutar menos tiempo del placer de la lectura reposada que tiene poco que ver con leer ante un dispositivo electrónico. Puedo afirmar, que en terminos generales si uno reflexiona sobre la incidencia en la salud, aunque solamente sea en relación, a su salud física, debido
a malos hábitos posturales, es tremenda.
De la incomodidad de sujetar un libro cuando nos sobrepasamos extenuados por el interés y/o el placer por la lectura, al tiempo admisible para que una postura no perjudique nuestra salud, pasamos a no tener en cuenta los 57 grados recomendables para situarnnos ante la pantalla estática u otras formas de sityarnos ante otros dispositivos a veces móviles.
Si cansar la vista con un libro, es excesivo y todo exceso es perjudicial, ¿Cual es la justa medida, si es que la hay, para no dañar la vista, ante una pantalla?
Y, ¿qué es lo ocurre con la información en nuestro cerebro? Una información extraída de la navegación en el espacio virtual, que nos facilita un acceso para-bradipsíquico, saltando de una a otra información, sin detenernos a veces ni un momento en la pausa necesaria, ya no solamente para la reflexión, sino para la pausa imprescindíble o tiempo necesario para procesar y asentar en el disco duro de nuestro cerebro, pase o no a ser archivado en nuestra mente o demencia, lo que hemos visto, oído o leído, como es también proceso necesario o al menos recomendable , en lo que llamamos todavía, nuestra vida real, queramos o no memorizar para el estudio, visualizar por placer, hacerlo al ritmo adecuado que nos dicta la música de una construcción literaria...
Tengo que confesar, y confieso, que primero elegí estas imágenes publicitarias de la librería Ghandi de Méjico, y luego me he puesto a escribir. De manera, que lo que iba a ser una entrada sobre "más libros y menos redes sociales", ha terminado en esto. Menos mal, que para estas cosas uno es libre y hasta puede ser felíz, como reza el poema, "aunque no tenga permiso". Creo que voy a repetir la fórmula en un futuro, así que no se extrañen si no encuentran relación entre imágenes y palabrería, a veces es cuestión tan simple, como dejarse llevar por la inspiración.